Obesidad

El dolor en las articulaciones, tener dificultades para dormir, depresión o la sensación de falta de aire son algunos de los síntomas más frecuentes de la obesidad. Sin embargo, el principal problema que causa esta enfermedad es que aumenta la posibilidad de sufrir otro tipo de patologías y riesgos de salud.

Es muy común que los pacientes obesos presenten patologías o enfermedades cardiovasculares, además de cáncer, infertilidad o hígado graso, entre otros problemas. Además, en el caso de la COVID-19, las personas que padecen obesidad presentan un peor pronóstico. Es más común que este tipo de pacientes ingresen en la unidad de cuidados intensivos y padecen peores secuelas tras su recuperación.

Una de las formas de diagnosticar la obesidad es determinar el índice de masa corporal. Si bien no es la más exacta, ya que no tiene en cuenta factores como el sexo, edad o el porcentaje de grasa y su distribución, es una manera fácil de identificar el sobrepeso y la obesidad. El IMC relaciona el peso con la altura del individuo para obtener así una cifra que indica el grado de exceso de peso del paciente. Es posible establecer varios grados de obesidad: de tipo 1, tipo 2 y tipo 3.

Según la distribución del tejido graso en el cuerpo, principalmente se diferencian dos tipos de obesidad: la ginecoide y la androide. La primera se produce cuando la grasa se acumula en la zona de la cadera, es más común en mujeres y el factor genético es su principal causante. En cambio, la segunda se produce cuando el tejido graso se acumula en la zona abdominal. Es más frecuente en los hombres y está asociada a unos malos hábitos de alimentación y vida sedentaria.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) y de acuerdo con la Encuesta Europea de Salud en España, un 16,5 % de los hombres y un 15,5 % de las mujeres padecen obesidad. Los porcentajes aumentan de forma considerable cuando se habla de sobrepeso. Las cifras se sitúan en un 44,9 % en el caso de los hombres y un 36,6 % para el caso de las mujeres.

Estas cifras nos indican que un gran porcentaje de la sociedad española no posee un peso adecuado, con lo que ello supone para su salud. Por este motivo, las entidades sanitarias advierten de la necesidad de llevar un estilo de vida saludable incorporando cierta actividad física, así como una dieta equilibrada.

De forma general, la obesidad se debe a una alimentación poco saludable, a una vida sedentaria y a unos hábitos de consumo de sustancias poco recomendables, como el alcohol y el tabaco. El desequilibrio que se produce cuando las calorías ingeridas superan a las que el cuerpo consume para realizar las actividades diarias es la causa de que la energía se almacena en forma de exceso de grasa.

Hay otros factores que influyen, como la edad, el nivel sociocultural, la ingesta de determinados fármacos, así como factores psicológicos, entre otros. En algunos casos, la obesidad también puede deberse a algún tipo de alteración genética, metabólica y hormonal, como ocurre con el hipotiroidismo. Sin embargo, en estos casos, se trataría de obesidad secundaria, pues sería la consecuencia de otra patología.

La mejor forma de combatir la obesidad y el sobrepeso es llevar unos hábitos de vida saludables. Se ha de hacer hincapié en llevar una dieta equilibrada y realizar alguna actividad física de forma periódica.

Se recomienda limitar el consumo de alimentos ricos en azúcares y grasas, así como aumentar la ingesta de fruta y verdura. Por otra parte, es recomendable realizar actividad física de una forma diaria y constante. Para esto, se ha de tener siempre en cuenta la situación del paciente y adaptar el ejercicio a sus condiciones físicas. 

De forma adicional, evitar el tabaquismo y el consumo de alcohol mejora el estado general de salud de los pacientes obesos. No consumir tabaco o alcohol ayuda a prevenir la obesidad.

El principal objetivo de cualquier tratamiento para la obesidad es reducir la masa corporal y alcanzar un peso saludable. De esta forma, se reducen las posibilidades de desarrollar algunas de las patologías relacionadas con esta enfermedad. Además, la movilidad de los pacientes mejora de forma considerable. El primer paso es contar con un equipo médico profesional para conseguir establecer un cambio de los hábitos alimenticios de cara a llevar una dieta equilibrada. Además, se incorporará la actividad física.

Sin embargo, en determinadas situaciones, los pacientes requieren una ayuda extra para conseguir bajar de peso. En ciertos casos, la cirugía bariátrica, la reducción de estómago, la colocación de una banda gástrica o la yesoterapia son algunos de los tratamientos más efectivos para los pacientes con obesidad. Conviene hacer hincapié en que este tipo de tratamientos no sustituyen unos hábitos de consumo saludables, sino que son un complemento.

La cirugía bariátrica hace referencia a una serie de procedimientos quirúrgicos cuyo objetivo es reducir el peso de una persona. El bypass gástrico, la manga gástrica o la derivación biliopancreática con cruce duodenal son algunos ejemplos de este procedimiento.

Estos tratamientos, que implican pasar por el quirófano, se llevan a cabo en los pacientes que presentan problemas graves de salud motivados por un exceso de peso. También cuando, a través de la dieta y el ejercicio, no se han obtenido los resultados deseados. Por esta razón, este tipo de procedimientos son recomendables para las personas con enfermedades cardíacas, presión arterial alta o que padecen hígado graso. Por sus características, estas operaciones tienen un precio de en torno a los 10 000 €.

La reducción de estómago está indicada para pacientes con un índice de obesidad elevado. No es una cirugía indicada para las personas cuyo peso está ligeramente por encima del recomendado. Los pacientes con problemas graves de sobrepeso suelen ser quienes se someten a este tipo de operaciones. Más aún cuando se trata de casos donde una dieta equilibrada y el ejercicio físico no han permitido perder todo el peso necesario por cualquier razón.

La principal función de una reducción de estómago es disminuir la capacidad del estómago. De esta forma, se consigue bajar el peso del paciente considerablemente. Existen diferentes tipos de operaciones para reducir el estómago: mediante la colocación de una banda gástrica, a través de una plicatura gástrica o mediante una manga gástrica. La elección de un procedimiento u otro varía en función de la situación de cada paciente.

La endomanga consiste en una reducción del estómago sin cirugía, ya que se realiza por la vía endoscópica. Es decir, no deja cicatrices ni requiere incisiones externas. Con esta técnica, se realizan una serie de pliegues en la zona media del estómago y se reduce así su capacidad. De esta forma, los pacientes se sacian antes y con una cantidad menor de alimentos.

Este procedimiento se recomienda para los pacientes cuyo IMC se sitúa entre 30 y 42. Sin embargo, un médico especialista debe recomendar su aplicación después de llevar a cabo los estudios necesarios. Como es un tratamiento más sencillo que otro tipo de cirugías gástricas, entraña menos riesgos. Su precio ronda los 10 000 €.

La manga gástrica es una operación quirúrgica irreversible en la que se extirpa una parte del estómago para reducir su tamaño. Esto hace que la persona ingiera una cantidad menor de alimentos. Además, puesto que se reduce el tamaño del estómago, disminuyen los niveles de las hormonas que se encargan de regular el apetito y la insulina. Por tanto, el apetito de la persona será menor.

Esta cirugía está recomendada para las personas que están acostumbradas a ingerir una gran cantidad de alimentos, motivo por el que no consiguen reducir su peso. Sin embargo, es importante que los pacientes que se someten a esta cirugía sean conscientes de que deben incorporar unos hábitos de vida saludables. Deberían llevar una dieta sana y equilibrada e incorporar el ejercicio físico como parte de su actividad diaria.

La manga gástrica es una operación quirúrgica irreversible en la que se extirpa una parte del estómago para reducir su tamaño. Esto hace que la persona ingiera una cantidad menor de alimentos. Además, puesto que se reduce el tamaño del estómago, disminuyen los niveles de las hormonas que se encargan de regular el apetito y la insulina. Por tanto, el apetito de la persona será menor.

Esta cirugía está recomendada para las personas que están acostumbradas a ingerir una gran cantidad de alimentos, motivo por el que no consiguen reducir su peso. Sin embargo, es importante que los pacientes que se someten a esta cirugía sean conscientes de que deben incorporar unos hábitos de vida saludables. Deberían llevar una dieta sana y equilibrada e incorporar el ejercicio físico como parte de su actividad diaria.

La banda gástrica consiste en la colocación, a través de laparoscopia, de una banda en la boca del estómago para reducir así su tamaño. De esta forma, se limita la cantidad de alimentos que el paciente puede ingerir. Además de comer menos cantidad de comida, se sentirá satisfecho de una forma más rápida. La principal diferencia con la manga gástrica es que la manga es irreversible, mientras que la banda gástrica sí se puede retirar.

La rápida recuperación de esta cirugía es una de sus principales ventajas. Sin embargo, es necesario realizar un seguimiento regular del paciente que otro tipo de técnicas no requieren. Es importante destacar que este procedimiento no está indicado para los pacientes con un gran grado de obesidad.

La yesoterapia es un tratamiento corporal con objetivos reductores y regeneradores. Se utiliza el yeso lipolítico para reducir el volumen corporal. Esta técnica consiste en la aplicación de una serie de vendajes, a modo de faja y elaborados con yeso lipolítico como componente principal, en la zona que se va a tratar. Así se consigue reducir el volumen. Se recomienda aplicar 10 o 12 sesiones de 45 minutos de duración con una frecuencia de dos o tres veces a la semana. Sin embargo, el principal problema de este tratamiento es que su efecto no es permanente. Por otra parte, también puede producir atrofia muscular y problemas de espalda.

De forma general, la Seguridad Social no contempla todos los procedimientos quirúrgicos y tratamientos para combatir la obesidad. Si bien es cierto que algunas comunidades contemplan varios de ellos como el bypass gástrico o la manga gástrica, siempre y cuando los pacientes cumplan con una serie de requisitos.

El método POSE es un procedimiento para reducir el estómago. Esta técnica consiste en realizar una serie de pliegues en el estómago. De esta forma, se reduce su tamaño y, gracias a ello, el paciente ingiere una menor cantidad de comida. Además, también se consigue controlar el nivel de las hormonas que producen la sensación de hambre. 

No requiere una cirugía ni es necesario realizar incisiones, por lo que la recuperación del paciente se produce con cierta rapidez. Sin embargo, es habitual que se presenten cuadros de náuseas y vómitos durante las primeras horas después de la operación, así como una cierta molestia abdominal.

Debido a que es una técnica poco invasiva que requiere un ingreso hospitalario muy breve, se recomienda a aquellas personas que poseen un nivel grave de obesidad y necesitan bajar de peso por razones de salud.